Hoy ha nacido ante mis ojos un intento más, plausible y ventajoso, ante la necesidad de un sustento que se anteponga a la banalidad que se expande en el medio.
Es una idea muy sugestiva que nace del entendimiento del oficio, de la identificación y de una intención de cohesión con la ciudad que uno habita, más aun con la necesidad y el deseo de que algo cambie, de que algo se piense, se estudie, se entienda y se haga. Aquí, en esta ciudad, aún víctima de las necesidades auto infligidas, con consentimiento del desconocimiento y la expansión de las bajas pasiones humanas plagadas de deseo y codicia desmedida en un afán de ganancia egoísta vestida de gala, donde también hay un poco de fe y confianza en lo poco y lo mucho que se puede con algo o mucho de voluntad. En eso estamos.
La ciudad está más viva que nunca, con todo lo que eso implica, con luces y tinieblas. En el medio hay muchos vacíos en cuestiones estéticas, tectónicas y de fundamento. El asunto es cuántos tienen el deseo genuino de que eso cambie y cuantos sólo desean un estado de dicha y bonanza con base en el alcance de un estatus y la acumulación de posesiones que deviene en ambición y codicia.
En el camino de la búsqueda del sentido genuino de la vida contemplamos y vivimos el dilema de las necesidades objetivas y las necesidades subjetivas inclinándonos, más o menos, hacia alguna de ellas; quizás no dándonos cuenta de que las dos se complementan, o quizás obligándonos bajo la influencia de las necesidades y los deseos que nos imponemos y anteponemos al pensamiento y a la voluntad. Así es la gente, así es como somos.
Es una auto manipulación de la voluntad con consentimiento, una lluvia de ideas lascivas solapadamente escondidas en los medios con total desfachatez, es una cosa de todos los días. ¿Quién maneja todo esto? -Los que pueden; y los que no, andan luchando, combatiendo, buscando, conociendo y entendiendo, comunicando, explicando y motivando. Así ha sido todo el tiempo, eso es lo más sugestivo.
Finalmente, algunas veces los que hacen algo no son los más indicados, entonces el que hace el pan no es quien lo vende y al fin y al cabo pan es lo que hace, pan que se come y alimenta, pan que se vende, aunque después duela, cada uno tiene su cliente. Finalmente, gana el que vende. Gana lo que le pagan y lo que desee y entienda como ganancia, y gana el que no vende, aunque la vida misma lo asfixie. Gana si se entiende, si es feliz con lo que hace, gana lo que entienda. Lo que entienda como ganancia aunque no sepa lo que eso sea, lo que le dé al mundo y lo que la vida le devuelva.
Es una idea muy sugestiva que nace del entendimiento del oficio, de la identificación y de una intención de cohesión con la ciudad que uno habita, más aun con la necesidad y el deseo de que algo cambie, de que algo se piense, se estudie, se entienda y se haga. Aquí, en esta ciudad, aún víctima de las necesidades auto infligidas, con consentimiento del desconocimiento y la expansión de las bajas pasiones humanas plagadas de deseo y codicia desmedida en un afán de ganancia egoísta vestida de gala, donde también hay un poco de fe y confianza en lo poco y lo mucho que se puede con algo o mucho de voluntad. En eso estamos.
La ciudad está más viva que nunca, con todo lo que eso implica, con luces y tinieblas. En el medio hay muchos vacíos en cuestiones estéticas, tectónicas y de fundamento. El asunto es cuántos tienen el deseo genuino de que eso cambie y cuantos sólo desean un estado de dicha y bonanza con base en el alcance de un estatus y la acumulación de posesiones que deviene en ambición y codicia.
En el camino de la búsqueda del sentido genuino de la vida contemplamos y vivimos el dilema de las necesidades objetivas y las necesidades subjetivas inclinándonos, más o menos, hacia alguna de ellas; quizás no dándonos cuenta de que las dos se complementan, o quizás obligándonos bajo la influencia de las necesidades y los deseos que nos imponemos y anteponemos al pensamiento y a la voluntad. Así es la gente, así es como somos.
Es una auto manipulación de la voluntad con consentimiento, una lluvia de ideas lascivas solapadamente escondidas en los medios con total desfachatez, es una cosa de todos los días. ¿Quién maneja todo esto? -Los que pueden; y los que no, andan luchando, combatiendo, buscando, conociendo y entendiendo, comunicando, explicando y motivando. Así ha sido todo el tiempo, eso es lo más sugestivo.
Finalmente, algunas veces los que hacen algo no son los más indicados, entonces el que hace el pan no es quien lo vende y al fin y al cabo pan es lo que hace, pan que se come y alimenta, pan que se vende, aunque después duela, cada uno tiene su cliente. Finalmente, gana el que vende. Gana lo que le pagan y lo que desee y entienda como ganancia, y gana el que no vende, aunque la vida misma lo asfixie. Gana si se entiende, si es feliz con lo que hace, gana lo que entienda. Lo que entienda como ganancia aunque no sepa lo que eso sea, lo que le dé al mundo y lo que la vida le devuelva.

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